domingo, 2 de noviembre de 2008

EL PASTORCICO

1



Un pastorcico solo está penado

ageno de plazer y de contento

y en su pastora puesto el pensamiento

y el pecho del amor muy lastimado.



2



No llora por averle amor llagado

que no le pena verse así affligido

aunque en el coraçón está herido

mas llora por pensar que está olbidado.



3



Que sólo de pensar que está olbidado

de su vella pastora con gran pena

se dexa maltratar en tierra agena

el pecho del amor mui lastimado!



4



Y dize el pastorcito: ¡Ay desdichado

de aquel que de mi amor a hecho ausencia

y no quiere gozar la mi presencia

y el pecho por su amor muy lastimado!



5



Y a cavo de un gran rato se a encumbrado

sobre un árbol do abrió sus braços vellos

y muerto se a quedado asido dellos

el pecho del amor muy lastimado.

ROMANCES SOBRE EL EVANGELIO

I



En el principio morava

el Verbo y en Dios vivía

en quien su felicidad

infinita posseýa.

El mismo Verbo Dios era

que el principio se dezía

él morava en el principio

y principio no tenía.

Él era el mismo principio

por eso dél carecía

el Verbo se llama Hijo

que del principio nacía.

Ale siempre concevido

y siempre le concevía

dale siempre su sustancia

y siempre se la tenía.

Y assí la gloria del Hijo

es la que en el Padre avía

y toda su gloria el Padre

en el Hijo posseýa.

Como amado en el amante

uno en otro residía

y aquese amor que los une

en lo mismo convenía.

Con el uno y con el otro

en ygualdad y valía

tres personas y un Amado

entre todos tres avía,

Y un amor en todas ellas

un amante los hazía

y el amante es el amado

en que cada qual vivía.

Que el ser que los tres posseen

cada cual le posseýa

y cada qual de ellos ama

a la que este ser tenía.

Este ser es cada una

y éste solo las unía

en un inefable nudo

que dezirse no savía.

Por lo qual era infinito

el amor que los unía

porque un solo amor tres tienen

que su esencia se dezía

qu'el amor, quanto más une

tanto más amor hazía.



De la comunicación de las tres Personas.



II



En aquel amor inmenso

que de los dos procedía

palabras de gran regalo

el Padre al Hijo dezía

de tan profundo deleite

que nadie las entendía

sólo el Hijo lo gozaba

que es a quien pertenecía.

Pero aquello que se entiende

desta manera dezía

—Nada me contenta, Hijo,

fuera de tu compañía.

Y si algo me contenta

en ti mismo lo quería

el que a ti más se parece

a mi más satisfazía.

Y el quen nada te semeja

en mí nada hallaría

en ti solo me e agradado

¡o vida de vida mía!.

Eres lumbre de mi lumbre

eres mi sabiduría

figura de mi substancia

en quien bien me complazía.

Al que a ti te amare Hijo

a mí mismo le daría

y el amor que yo te tengo

ésse mismo en él pondría

en razón de aver amado

a quien yo tanto quería.



De la creación



III



—Una esposa que te ame

mi Hijo darte quería

que por tu valor merezca

tener nuestra compañía

y comer pan a una mesa

del mismo que yo comía

porque conozca los bienes

que en tal Hijo yo tenía

y se congracie conmigo

de tu gracia y loçanía.

—Mucho lo agradezco Padre,

—el Hijo le respondía—

a la esposa que me dieres

yo mi claridad daría

para que por ella vea

quánto mi Padre valía

y cómo el ser que posseo

de su ser lo recevía.

Reclinarla e yo en mi braço

y en tu amor se abrasaría

y con eterno deleite

tu bondad sublimaría.



Prosigue



IV



—Hágase pues —dixo el Padre—,

que tu amor lo merecía.

Y en este dicho que dixo

el mundo criado avía.

Palacio para la esposa,

hecho en gran sabiduría

el qual en dos aposentos

alto y baxo dividía.

El baxo de differencias

infinitas componía

mas el alto hermoseava

de admirable pedrería.

Porque conozca la esposa

el Esposo que tenía

en el alto colocava

la angélica jerarchía

pero la natura humana

en el baxo la ponía

por ser en su compostura

algo de menor valía.

Y aunque el ser y los lugares

desta suerte los ponía

pero todos son un cuerpo

de la esposa que dezía:

Que el amor de un mismo Esposo

una esposa los hazía.

Los de arriva posseýan

al Esposo en alegría

los de abaxo en esperança

de fee que les infundía

diziéndoles que algún tiempo

él los engrandecería

y que aquella su baxeza

él se la levantaría

de manera que ninguno

ya la vituperaría

porque en todo semejante

él a ellos se haría

y se vendría con ellos

y con ellos moraría

y que Dios sería hombre

y que el hombre Dios sería

y trataría con ellos

comería y bebería

y que con ellos contino

él mismo se quedaría

hasta que se consumase

este siglo que corría

quando se gozaran juntos

en eterna melodía

porque él era la cabeça

de la esposa que tenía

a la qual todos los miembros

de los justos juntaría

que son cuerpo de la esposa,

a la qual él tomaría

en sus braços tiernamente

y allí su amor le daría

y que assí juntos en uno

al Padre la llevaría

donde del mismo deleite

que Dios goza gozaría

que como el Padre y el Hijo

y el que dellos procedía

el uno vive en el otro

assí la esposa sería

que dentro de Dios absorta

vida de Dios viviría.





Prosigue



V



Con esta buena esperança

que de arriva les venía

el tedio de sus trabajos

más leve se les hazía

pero la esperança larga

y el deseo que crecía

de gozarse con su Esposo

contino les affligía.

Por lo qual con oraciones

con suspiros y agonía

con lágrimas y gemidos

le rogavan noche y día

que ya se determinase

a les dar su compañía.

Unos dezían: ¡O, si fuesse

en mi tiempo el alegría!

Otros: Acava Señor

al que as de embiar embía.

Otros: ¡O si ya rompieses

essos cielos y vería

con mis ojos que baxases

y mi llanto cessaría!

Regad nuves de lo alto

que la tierra lo pedía

y ábrase ya la tierra

que espinas nos produzía

y produzga aquella flor

con que ella florecería.

Otros dezían: ¡O dichoso

el que en tal tiempo sería

que merezca ber a Dios

con los ojos que tenía

y tratarle con sus manos

y andar en su compañía

y gozar de los misterios

que entonces ordenaría!





Prosigue



VI



En aquestos y otros ruegos

gran tiempo pasado avía

pero en los postreros años

el fervor mucho crecía,

quando el viejo Simeón

en deseo se encendía

rogando a Dios que quisiese

dexalle ver este día.

Y assí el Espíritu Sancto

al buen viejo respondía

que le dava su palabra

que la muerte no vería

hasta que la vida viesse

que de arriva descendía

y que él en sus mismas manos

al mismo Dios tomaría

y le tendría en sus braços

y consigo abraçaría.





Prosigue la Encarnación.



VII



Ya que el tiempo era llegado

en que hazerse convenía

el rescate de la esposa

que en duro yugo servía

debaxo de aquella ley

que Moysés dado le avía

el Padre con amor tierno

desta manera dezía:

—Ya ves Hijo que a tu esposa

a tu ymagen hecho avía

y en lo que a ti se parece

contigo bien convenía

pero diffiere en la carne

que en tu simple ser no avía.

En los amores perfectos

esta ley se requería

que se haga semejante

el amante a quien quería

que la mayor semejança

más deleite contenía;

el qual sin duda en tu esposa

grandemente crecería

si te viere semejante

en la carne que tenía.

—Mi voluntad es la tuya

—el Hijo le respondía—

y la gloria que yo tengo

es tu voluntad ser mía

y a mí me conviene Padre

lo que tu Alteza dezía

porque por esta manera

tu vondad más se vería

veráse tu gran potencia

justicia y sabiduría

yrélo a dezir al mundo

y noticia le daría

de tu belleza y dulçura

y de tu soberanía

yré a buscar a mi esposa

y sobre mí tomaría

sus fatigas y trabajos

en que tanto padecía

y porque ella vida tenga

yo por ella moriría

y sacándola del lago

a ti te la bolvería.



Prosigue



VIII



Entonçes llamó a un archángel

que Sant Gabriel se dezía

y embiólo a una donzella

que se llamava María

de cuyo consentimiento

el misterio se hazía

en el qual la Trinidad

de carne el Verbo vestía.

Y aunque tres hazen la obra

en el uno se hazía

y quedó el Verbo encarnado

en el bientre de María.

Y el que tiene sólo Padre

ya también madre tenía

aunque no como qualquiera

que de varón concevía

que de las entrañas de ella

él su carne recevía

por lo qual Hijo de Dios

y del hombre se dezía.



Del Nacimiento



IX



Ya que era llegado el tiempo

en que de nacer avía

assí como desposado

de su tálamo salía,

abraçado con su esposa

que en sus braços la traýa

al qual la graciosa madre

en un pesebre ponía

entre unos animales

que a la sazón allí avía

los hombres dezían cantares

los ángeles melodía

festejando el desposorio

que entre tales dos avía

pero Dios en el pesebre

allí llorava y gimía

que eran joyas que la esposa

al desposorio traýa

y la madre estava en pasmo

de que tal trueque veýa

el llanto del hombre en Dios

y en el hombre el alegría

lo qual del uno y del otro

tan ajeno ser solía.

CANCIONES DEL ALMA

¡O llama de amor viva,

que tiernamente hyeres

de mi alma en el más profundo centro!

pues ya no eres esquiva,

acava ya, si quieres;

rompe la tela de este dulce encuentro.



¡O cauterio suave!

¡O regalada llaga!

¡O mano blanda! ¡O toque delicado,

que a vida eterna save

y toda deuda paga!,

matando muerte en vida la as trocado.



¡O lámparas de fuego,

en cuyos resplandores

las profundas cabernas del sentido

que estava obscuro y ciego

con estraños primores

calor y luz dan junto a su querido!



¡Quán manso y amoroso

recuerdas en mi seno

donde secretamente solo moras

y en tu aspirar sabroso

de bien y gloria lleno

quán delicadamente me enamoras!

CANTAR DE LA ALMA

¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre,

aunque es de noche!.



I



Aquella eterna fonte está ascondida.

¡Que bien sé yo do tiene su manida

aunque es de noche!



II



Su origen no lo sé pues no le tiene

mas sé que todo origen della viene

aunque es de noche.



III



Sé que no puede ser cosa tan bella,

y que cielos y tierra beben della

aunque es de noche.



IV



Bien sé que suelo en ella no se halla

y que ninguno puede vadealla

aunque es de noche.



V



Su claridad nunca es escurecida

y sé que toda luz de ella es venida

aunque es de noche.



VI



Sée ser tan caudalosos sus corrientes,

que infiernos cielos riegan y a las gentes

aunque es de noche.



VII



El corriente que nace desta fuente

bien sé que es tan capaz y omnipotente

aunque es de noche.



VIII



El corriente que de estas dos procede

sé que ninguna de ellas le precede

aunque es de noche.



IX



Aquesta eterna fonte está escondida

en este vivo pan por darnos vida

aunque es de noche.



X



Aquí se está llamando a las criaturas

y de esta agua se hartan, aunque a escuras

porque es de noche.



XI



Aquesta viva fuente que deseo

en este pan de vida yo la veo

aunque es de noche.

COPLAS DE EL ALMA

Vivo sin vivir en mí

y de tal manera espero

que muero porque no muero.



I



En mí yo no vivo ya

y sin Dios vivir no puedo

pues sin él y sin mí quedo

éste vivir qué será?

Mil muertes se me hará

pues mi misma vida espero

muriendo porque no muero.



II



Esta vida que yo vivo

es privación de vivir

y assí es contino morir

hasta que viva contigo.

Oye mi Dios lo que digo

que esta vida no la quiero

que muero porque no muero.



III



Estando ausente de ti

qué vida puedo tener

sino muerte padescer

la mayor que nunca vi?

Lástima tengo de mí

pues de suerte persevero

que muero porque no muero.



IV



El pez que del agua sale

aun de alibio no caresce

que en la muerte que padesce

al fin la muerte le vale.

Qué muerte abrá que se yguale

a mi vivir lastimero

pues si más vivo más muero?



V



Quando me pienso alibiar

de verte en el Sacramento

házeme más sentimiento

el no te poder gozar

todo es para más penar

por no verte como quiero

y muero porque no muero.



VI



Y si me gozo Señor

con esperança de verte

en ver que puedo perderte

se me dobla mi dolor

viviendo en tanto pabor

y esperando como espero

muérome porque no muero.



VII



Sácame de aquesta muerte

mi Dios y dame la vida

no me tengas impedida

en este lazo tan fuerte

mira que peno por verte,

y mi mal es tan entero

que muero porque no muero.



VIII



Lloraré mi muerte ya

y lamentaré mi vida

en tanto que detenida

por mis pecados está.

¡O mi Dios!, quándo será

quando yo diga de vero

vivo ya porque no muero?

jueves, 4 de septiembre de 2008

VERDE EMBELESO

VERDE EMBELESO

Verde embeleso de la vida humana,
loca esperanza, frenesí dorado,
sueño de los despiertos intrincado,
como de sueños, de tesoros vana;

alma del mundo, senectud lozana,
decrépito verdor imaginado;
el hoy de los dichosos esperado,
y de los desdichados el mañana:

sigan tu sombra en busca de tu día
los que, con verdes vidrios por anteojos,
todo lo ven pintado a su deseo;

que yo, más cuerda en la fortuna mía,
tengo en entrambas manos ambos ojos
y solamente lo que toco veo.

ESTE AMOROSO TORMENTO

ESTE AMOROSO TORMENTO


Este amoroso tormento
que en mi corazón se ve,
se que lo siento y no se
la causa porque lo siento


Siento una grave agonía
por lograr un devaneo,
que empieza como deseo
y para en melancolía.

y cuando con mas terneza
mi infeliz estado lloro
se que estoy triste e ignoro
la causa de mi tristeza. "


Siento un anhelo tirano
por la ocasión a que aspiro,
y cuando cerca la miro
yo misma aparto la mano.
Porque si acaso se ofrece,
después de tanto desvelo
la desazona el recelo
o el susto la desvanece.

Y si alguna vez sin susto
consigo tal posesión
(cualquiera) leve ocasión
me malogra todo el gusto.

Siento mal del mismo bien
con receloso temor
y me obliga el mismo amor
tal vez a mostrar desdén.

COGIÓME SIN PREVENCIÓN

COGIÓME SIN PREVENCIÓN

Cogióme sin prevención
Amor, astuto y tirano:
con capa de cortesano
se me entró en el corazón.
Descuidada la razón
y sin armas los sentidos,
dieron puerta inadvertidos;
y él, por lograr sus enojos,
mientras suspendió los ojos
me salteó los oídos.

Disfrazado entró y mañoso;
mas ya que dentro se vio
del Paladión, salió
de aquel disfraz engañoso;
y, con ánimo furioso,
tomando las armas luego,
se descubrió astuto Griego
que, iras brotando y furores,
matando los defensores,
puso a toda el Alma fuego.

Y buscando sus violencias
en ella al príamo fuerte,
dio al Entendimiento muerte,
que era Rey de las potencias;
y sin hacer diferencias
de real o plebeya grey,
haciendo general ley
murieron a sus puñales
los discursos racionales
porque eran hijos del Rey.

A Casandra su fiereza
buscó, y con modos tiranos,
ató a la Razón las manos,
que era del Alma princesa.
En prisiones su belleza
de soldados atrevidos,
lamenta los no creídos
desastres que adivinó,
pues por más voces que dio
no la oyeron los sentidos.

Todo el palacio abrasado
se ve, todo destruido;
Deifobo allí mal herido,
aquí Paris maltratado.
Prende también su cuidado
la modestia en Polixena;
y en medio de tanta pena,
tanta muerte y confusión,
a la ilícita afición
sólo reserva en Elena.

Ya la Ciudad, que vecina
fue al Cielo, con tanto arder,
sólo guarda de su ser
vestigios, en su ruina.
Todo el amor lo extermina;
y con ardiente furor,
sólo se oye, entre el rumor
con que su crueldad apoya:
"Aquí yace un Alma Troya
¡Victoria por el Amor!"

DIME VENCEDOR RAPAZ

DIME VENCEDOR RAPAZ


Dime vencedor Rapaz,
vencido de mi constancia,
¿Qué ha sacado tu arrogancia
de alterar mi firme paz?
Que aunque de vencer capaz
es la punta de tu arpón,
¿qué importa el tiro violento,
si a pesar del vencimiento
queda viva la razón?

Tienes grande señorío;
pero tu jurisdicción
domina la inclinación,
mas no pasa el albedrío.
Y así librarme confío
de tu loco atrevimiento,
pues aunque rendida siento
y presa la libertad,
se rinde la voluntad
pero no el consentimiento.

En dos partes dividida
tengo el alma en confusión:
una, esclava a la pasión,
y otra, a la razón medida.
Guerra civil, encendida,
aflige el pecho importuna:
quiere vencer cada una,
y entre fortunas tan varias,
morirán ambas contrarias
pero vencerá ninguna.

Cuando fuera, Amor, te vía,
no merecí de ti palma;
y hoy, que estás dentro del alma,
es resistir valentía.
Córrase, pues, tu porfía,
de los triunfos que te gano:
pues cuando ocupas, tirano,
el alma, sin resistillo,
tienes vencido el Castillo
e invencible el Castellano.

Invicta razón alienta
armas contra tu vil saña,
y el pecho es corta campaña
a batalla tan sangrienta.
Y así, Amor, en vano intenta
tu esfuerzo loco ofenderme:
pues podré decir, al verme
expirar sin entregarme,
que conseguiste matarme
mas no pudiste vencerme.

YA QUE PARA DESPEDIRME

YA QUE PARA DESPEDIRME

Ya que para despedirme,
dulce idolatrado dueño,
ni me da licencia el llanto
ni me da lugar el tiempo,

háblente los tristes rasgos,
entre lastimosos ecos,
de mi triste pluma, nunca
con más justa causa negros.

Y aun ésta te hablará torpe
con las lágrimas que vierto,
porque va borrando el agua
lo que va dictando el fuego.

Hablar me impiden mis ojos;
y es que se anticipan ellos,
viendo lo que he de decirte,
a decírtelo primero.

Oye la elocuencia muda
que hay en mi dolor, sirviendo
los suspiros, de palabras,
las lágrimas, de conceptos.

Mira la fiera borrasca
que pasa en el mar del pecho,
donde zozobran, turbados,
mis confusos pensamientos.

Mira cómo ya el vivir
me sirve de afán grosero;
que se avergüenza la vida
de durarme tanto tiempo.

Mira la muerte, que esquiva
huye porque la deseo;
que aun la muerte, si es buscada,
se quiere subir de precio.

Mira cómo el cuerpo amante,
rendido a tanto tormento,
siendo en lo demás cadáver,
sólo en el sentir es cuerpo.

Mira cómo el alma misma
aun teme, en su ser exento,
que quiera el dolor violar
la inmunidad de lo eterno.

En lágrimas y suspiros
alma y corazón a un tiempo,
aquél se convierte en agua,
y ésta se resuelve en viento.

Ya no me sirve de vida
esta vida que poseo,
sino de condición sola
necesaria al sentimiento.

Mas, por qué gasto razones
en contar mi pena y dejo
de decir lo que es preciso,
por decir lo que estás viendo?

En fin, te vas, ay de mi!
Dudosamente lo pienso:
pues si es verdad, no estoy viva,
y si viva, no lo creo.

Posible es que ha de haber día
tan infausto, funesto,
en que sin ver yo las tuyas
esparza sus luces Febo?

Posible es que ha de llegar
el rigor a tan severo,
que no ha de darle tu vista
a mis pesares aliento?

Ay, mi bien, ay prenda mía,
dulce fin de mis deseos!
Por qué me llevas el alma,
dejándome el sentimiento?

Mira que es contradicción
que no cabe en un sujeto,
tanta muerte en una vida,
tanto dolor en un muerto.

Mas ya que es preciso, ay triste!,
en mi infeliz suceso,
ni vivir con la esperanza,
ni morir con el tormento,

dame algún consuelo tú
en el dolor que padezco;
y quien en el suyo muere,
viva siquiera en tu pecho.

No te olvides que te adoro,
y sírvante de recuerdo
las finezas que me debes,
si no las prendas que tengo.

Acuérdate que mi amor,
haciendo gala de riesgo,
sólo por atropellarlo
se alegraba de tenerlo.

Y si mi amor no es bastante,
el tuyo mismo te acuerdo,
que no es poco empeño haber
empezado ya en empeño.

Acuérdate, señor mío,
de tus nobles juramentos;
y lo que juró la boca
no lo desmientan tus hechos.

Y perdona si en temer
mi agravio, mi bien, te ofendo,
que no es dolor, el dolor
que se contiene atento.

Y adiós; que con el ahogo
que me embarga los alientos,
ni sé ya lo que te digo
ni lo que te escribo leo.

ESTOS VERSOS LECTOR MÍO

ESTOS VERSOS LECTOR MÍO

Estos versos, lector mío,
que a tu deleite consagro,
y sólo tienen de buenos
conocer yo que son malos,
ni disputártelos quiero,
ni quiero recomendarlos,
porque eso fuera querer
hacer de ellos mucho caso.

No agradecido te busco:
pues no debes, bien mirado,
estimar lo que yo nunca
juzgué que fuera a tus manos.
En tu libertad te pongo,
si quisieres censurarlos;
pues de que, al cabo, te estás
en ella, estoy muy al cabo.

No hay cosa más libre que
el entendimiento humano;
pues lo que Dios no violenta,
por qué yo he de violentarlo?

Di cuanto quisieres de ellos,
que, cuanto más inhumano
me los mordieres, entonces
me quedas más obligado,
pues le debes a mi musa
el más sazonado plato
(que es el murmurar), según
un adagio cortesano.
Y siempre te sirvo, pues,
o te agrado, o no te agrado:
si te agrado, te diviertes;
murmuras, si no te cuadro.

Bien pudiera yo decirte
por disculpa, que no ha dado
lugar para corregirlos
la priesa de los traslados;
que van de diversas letras,
y que algunos, de muchachos,
matan de suerte el sentido
que es cadáver el vocablo;
y que, cuando los he hecho,
ha sido en el corto espacio
que ferian al ocio las
precisiones de mi estado;
que tengo poca salud
y continuos embarazos,
tales, que aun diciendo esto,
llevo la pluma trotando.

Pero todo eso no sirve,
pues pensarás que me jacto
de que quizá fueran buenos
a haberlos hecho despacio;
y no quiero que tal creas,
sino sólo que es el darlos
a la luz, tan sólo por
obedecer un mandato.

Esto es, si gustas creerlo,
que sobre eso no me mato,
pues al cabo harás lo que
se te pusiere en los cascos.
Y adiós, que esto no es más de
darte la muestra del paño:
si no te agrada la pieza,
no desenvuelvas el fardo.

ESTA TARDE MI BIEN

ESTA TARDE MI BIEN

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;

y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste:
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu inquietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.

PUES ESTOY CONDENADA

PUES ESTOY CONDENADA

Pues estoy condenada,
Fabio, a la muerte, por decreto tuyo,
y la sentencia airada
ni la apelo, resisto ni la huyo,
óyeme, que no hay reo tan culpado
a quien el confesar le sea negado.

Porque te han informado,
dices, de que mi pecho te ha ofendido,
me has, fiero, condenado.
¿Y pueden, en tu pecho endurecido
más la noticia incierta, que no es ciencia,
que de tantas verdades la experiencia?

Si a otros crédito has dado,
Fabio, ¿por qué a tus ojos se lo niegas,
y el sentido trocado
de la ley, al cordel mi cuello entregas,
pues liberal me amplías los rigores
y avaro me restringes los favores?

Si a otros ojos he visto,
mátenme, Fabio, tus airados ojos;
si a otro cariño asisto,
asístanme implacables tus enojos;
y si otro amor del tuyo me divierte,
tú, que has sido mi vida, me des muerte.

Si a otro, alegre, he mirado,
nunca alegre me mires ni te vea;
si le hablé con agrado,
eterno desagrado en ti posea;
y si otro amor inquieta mi sentido,
sáqueseme el alma tú, que mi alma has sido.

Mas, supuesto que muero,
sin resistir a mi infeliz suerte,
que me des sólo quiero
licencia de que escoja yo mi muerte;
deja la muerte a mi elección medida,
pues en la tuya pongo yo la vida.

FINJAMOS QUE SOY FELIZ

FINJAMOS QUE SOY FELIZ


Finjamos que soy feliz,
triste pensamiento, un rato;
quizá prodréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario,
que pues sólo en la aprehensión
dicen que estriban los daños,
si os imagináis dichoso
no seréis tan desdichado.

Sírvame el entendimiento
alguna vez de descanso,
y no siempre esté el ingenio
con el provecho encontrado.
Todo el mundo es opiniones
de pareceres tan varios,
que lo que el uno que es negro
el otro prueba que es blanco.

A unos sirve de atractivo
lo que otro concibe enfado;
y lo que éste por alivio,
aquél tiene por trabajo.

El que está triste, censura
al alegre de liviano;
y el que esta alegre se burla
de ver al triste penando.

Los dos filósofos griegos
bien esta verdad probaron:
pues lo que en el uno risa,
causaba en el otro llanto.

Célebre su oposición
ha sido por siglos tantos,
sin que cuál acertó, esté
hasta agora averiguado.

Antes, en sus dos banderas
el mundo todo alistado,
conforme el humor le dicta,
sigue cada cual el bando.

Uno dice que de risa
sólo es digno el mundo vario;
y otro, que sus infortunios
son sólo para llorados.

Para todo se halla prueba
y razón en qué fundarlo;
y no hay razón para nada,
de haber razón para tanto.

Todos son iguales jueces;
y siendo iguales y varios,
no hay quien pueda decidir
cuál es lo más acertado.

Pues, si no hay quien lo sentencie,
¿por qué pensáis, vos, errado,
que os cometió Dios a vos
la decisión de los casos?

O ¿por qué, contra vos mismo,
severamente inhumano,
entre lo amargo y lo dulce,
queréis elegir lo amargo?

Si es mío mi entendimiento,
¿por qué siempre he de encontrarlo
tan torpe para el alivio,
tan agudo para el daño?

El discurso es un acero
que sirve para ambos cabos:
de dar muerte, por la punta,
por el pomo, de resguardo.

Si vos, sabiendo el peligro
queréis por la punta usarlo,
¿qué culpa tiene el acero
del mal uso de la mano?

No es saber, saber hacer
discursos sutiles, vanos;
que el saber consiste sólo
en elegir lo más sano.

Especular las desdichas
y examinar los presagios,
sólo sirve de que el mal
crezca con anticiparlo.

En los trabajos futuros,
la atención, sutilizando,
más formidable que el riesgo
suele fingir el amago.

Qué feliz es la ignorancia
del que, indoctamente sabio,
halla de lo que padece,
en lo que ignora, sagrado!

No siempre suben seguros
vuelos del ingenio osados,
que buscan trono en el fuego
y hallan sepulcro en el llanto.

También es vicio el saber,
que si no se va atajando,
cuando menos se conoce
es más nocivo el estrago;
y si el vuelo no le abaten,
en sutilezas cebado,
por cuidar de lo curioso
olvida lo necesario.

Si culta mano no impide
crecer al árbol copado,
quita la sustancia al fruto
la locura de los ramos.

Si andar a nave ligera
no estorba lastre pesado,
sirve el vuelo de que sea
el precipicio más alto.

En amenidad inútil,
¿qué importa al florido campo,
si no halla fruto el otoño,
que ostente flores el mayo?

¿De qué sirve al ingenio
el producir muchos partos,
si a la multitud se sigue
el malogro de abortarlos?

Y a esta desdicha por fuerza
ha de seguirse el fracaso
de quedar el que produce,
si no muerto, lastimado.

El ingenio es como el fuego,
que, con la materia ingrato,
tanto la consume más
cuando él se ostenta más claro.

Es de su propio Señor
tan rebelado vasallo,
que convierte en sus ofensas
las armas de su resguardo.

Este pésimo ejercicio,
este duro afán pesado,
a los ojos de los hombres
dio Dios para ejercitarlos.

¿Qué loca ambición nos lleva
de nosotros olvidados?
Si es para vivir tan poco,
¿de qué sirve saber tanto?
¡Oh, si como hay de saber,
hubiera algún seminario
o escuela donde a ignorar
se enseñaran los trabajos!

¡Qué felizmente viviera
el que, flojamente cauto,
burlara las amenazas
del influjo de los astros!

Aprendamos a ignorar,
pensamiento, pues hallamos
que cuanto añado al discurso,
tanto le usurpo a los años.

REDONDILLAS

REDONDILLAS

Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?

Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

DETENTE SOMBRA

DETENTE SOMBRA

Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes, satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.